Los “recién llegados”
Cuando, en su libro Entre futuro y
pasado, H. Arendt remite la “esencia de la educación” a la natalidad -“el
hecho de que en el mundo hayan nacido
seres humanos”-[1]
no pone en juego un mero dato biológico o etario sino un acontecimiento: el de la irrupción de lo nuevo y de lo vivo en el
mundo humano. Algo del orden de la ruptura, de la discontinuidad, y a la vez de
su necesaria inscripción -el acto, o incluso del trabajo, de acogida en lo
simbólico de los “recién llegados”-, una inscripción de la que depende el orden
mismo de las generaciones. Vista así, la “natalidad” -la aparición concreta, en
el mundo, de lo nuevo- es inseparable de la idea arendtiana de la acción humana
como elemento renovador del mundo: “El hecho de que el hombre sea capaz de
acción significa que cabe esperar de él lo inesperado, que es capaz de realizar
lo que es infinitamente improbable”.[2] La
“cultura” -viene a decirnos Arendt-, como orden de lo ya establecido y como
acervo simbólico, es por naturaleza conservadora si las comparamos con la
irrupción de los “recién llegados” niños y jóvenes.
Lo “joven”, lo “viejo” y la transferencia de trabajo
Miller ha hecho un llamado a ser
“dócil a los jóvenes”, que luego declina en “dócil a lo joven”, señalando así ciertos signos de inercia en
las Escuelas de la AMP. Tomado literalmente, el llamado milleriano corre el
riesgo de volverse “viejo” antes de nacer. Como reconoció el proopio Miller: “Tal como se desarrolló el Debate
#LOSJOVENES, de manera totalmente imprevista e improvisada, el elemento
personal, contingente, anecdótico, prevaleció, asfixiando argumentación,
formulación de problemas, propuesta de soluciones. Así fue.”[3]
En ese sentido, el simple hecho
de ser “joven” o de pertenecer a las “nuevas generaciones” obviamente no
garantiza que como sujeto se esté en posición de ser un portador de “lo
inesperado” o de lo “infinitamente improbable”. Lo “joven” no es lo mismo que
“los jóvenes” ni es necesariamente “lo juvenil”. ¿Será acaso lo “jovial”? Al
respecto, es muy pertinente la observación hecha por Zindy Valencia en un
interesante y atinado post:
Me llamó la atención, en un principio, que
[Miller] hable de edades cronológicas cuando, por lo contrario, en el
psicoanálisis más bien hablamos de tiempos subjetivos. Por supuesto, los
comentarios no se hicieron esperar con las correcciones respectivas hacia
Miller: ‘la juventud no es una cuestión de edad’. Sin embargo, a mí me queda la
pregunta de por qué Miller introduciría la edad, sino es para volver a centrar
el debate en los jóvenes y no en lo jovial.[4]
En todo caso, hablar de “los
jóvenes”, incluso tomándolo más allá de la simple edad, implica una referencia a cierto
orden generacional en el sentido de Gasset,[5] es
decir que conlleva un cierto elemento identificatorio, una cierta comunidad de
referencias culturales y temporales.
En psicoanálisis tal vez convenga
plantearse más bien el problema de lo que se transmite bajo transferencia y de
lo que se renueva cada vez en las transferencias de trabajo. Algo de esto decía
recientemente Monserrat Puig, en la presentación del libro La escucha con y sin interpretación:
El
saber clínico debe poder transmitirse y debe poder atesorarse, pero no puede
ser encerrado en los expertos, no se puede convertir en la dictadura de los más
viejos. [...] Este 'dócil a los jóvenes' lo leo así: dócil a la práctica
efectiva que se practica. Que los que estamos confrontados con la práctica no
olvidemos que hay algo de lo joven allí, en el sentido de lo nuevo allí, de lo
que no sabemos.”[6]
Sin duda, como
destacaba Miller refiriéndose a la enseñanza de Lacan, “no está mal reconocer
el mérito de los jóvenes psicoanalistas en formación, de hace cincuenta años, que hicieron de Lacan su enseñante.”[7] Pero
también es cierto que en ese tiempo, al inicio de su enseñanza, el propio Lacan ya no era un joven.
Lacan, tardío
T.t.y.e.m.u.p.t. (Tu t’y es mis un peu tard): “Te has puesto a la obra un poco tarde”,
escribe Lacan al final de “La instancia de la letra…”, en 1957. Con tan solo 56 años está lejos de
ser un anciano y, sin embargo, siente ya que el tiempo apremia; tiene por delante
un cuarto de siglo de lo que será su enseñanza y, aun así, comienza ya bajo el
signo de lo “tardío”. Y es que hay algo de un cierto estilo tardío que atraviesa toda su enseñanza, impulsándolo una y
otra vez a reiniciar, a renovarse y reinventarse constantemente hasta el final.
¿Y qué es el estilo
tardío? Es la idea, desarrollada por Edward Said (siguiendo a T. Adorno) del
estilo peculiar de las obras tardías de algunos grandes creadores -como Beethoven,
Verdi, R. Strauss, T. Mann, entre muchos otros- caracterizado por un “exilio”
respecto a lo normal y conocido, un estilo que desafía los cánones establecidos
e incluso las propias formas alcanzadas previamente por el creador. Este estilo
tardío, en lugar de representar la armonía y resolución o el remate definitivo
de la obra de una vida, implica más bien anacronismo, contradicción no
resuelta, anomalía, y en definitiva, una mayor complejidad y desasosiego, que convierte al autor en un “exiliado dentro de su propia obra”, en un “irreconciliado”.[8]
No tiene que ver con la edad -se puede ser tardío en plena juventud, como Mozart en Cosí fan tutte. No se trata de la vejez sino de la “proximidad de la muerte”, como dice Said, pero no de la muerte que se lleva la vida, sino de la muerte que la vida lleva, esa que nos lleva a jugarnos la vida por la vida misma. Como dijo Carmen Táboas: “No podemos negar que lo que hacemos los seres hablantes lleva la estela del tiempo; no lo digo en términos de años. El deseo orientado hace vivir mucho en poco tiempo.”[9]
Algunos psicoanalistas como Germán García[10]
y Juan Fernando Pérez[11]
han utilizado la idea de Said para leer el estilo del ultimísimo Lacan. “Su
estilo -nos dice Juan Fernando- se vuelve abstruso, difícil pues se teje con
alusiones enigmáticas, neologismos ariscos, usos originales de términos
corrientes, nuevos conceptos, referencias sutiles.”[12]
Pero si esta ultimísima enseñanza es un “Lacan contra Lacan”[13] llevado hasta sus últimas consecuencias, no se nos escapa que toda la enseñanza de Lacan lleva de algún modo, en la temporalidad de cada uno sus escritos, en los desplazamientos de un seminario a otro -e incluso entre el inicio y el final de un mismo seminario-, la marca de un cierto “exilio”, de un desfasaje de la transmisión respecto al punto al que ha llegado en la experiencia y que apenas alcanza en sus cogitaciones. Y este rasgo tardío del un peu tard, ¿no es acaso lo que, paradójicamente, hace de su enseñanza algo siempre joven?
(Publicado originalmente como “Lo joven y lo tardío”, en: Glifos - Revista Virtual de la NEL Ciudad de México, N° 19, octubre 2022, pp. 67-69. Disponible en: https://www.nelmexico.org/wp-content/uploads/2022/10/glifos-19_1.pdf )
[1] Arendt, Entre futuro y pasado. Ocho ejercicios sobre la reflexión
política, Editorial
Península, Barcelona, 1996, p. 186
[2] Ibíd.,
p. 183.
[3]
Tweett de J.-A Miller
publicado el 12 de mayo de 2022, disponible en: https://twitter.com/jamplus/status/1392381153227706371
[4] Valencia, Z., “Dócil a los jóvenes".
Entrada en el blog de la Asociación de Psicoanálisis Lacaniano de Arequipa,
disponible en: https://aplarequipa.wordpress.com/2022/05/31/docil-a-los-jovenes/
[5] Ortega y Gasset, J., “La idea de las
generaciones”, en: El tema de nuestro
tiempo-La rebelión de las masas, México, Porrúa, 1992.
[6] "La escucha con y sin
interpretación", Presentación del libro de Jacques Alain Miller. Video en ELPTV,
Canal de TV de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=b7BdXOXfOes
[7] Miller, J.A., “Lacan enseña”, Revista Consecuencias, N°1, abril de 2008. Disponible en:
http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/001/template.php?file=arts/alcances/miller.html
[8] Soriano, J., “Edward W. Said: Sobre el estilo
tardío. Música y literatura a contracorriente”.
Disponible en: https://www.elimparcial.es/noticia/47992/los-lunes-de-el-imparcial/edward-w.-said:-sobre-el-estilo-tardio.-musica-y-literatura-a-contracorriente.html
[9] Táboas, C., “Germán García, un hombre de
apetito”. Publicado en elSigma, sitio web
de Psicoanálisis, Salud y Cultura. Disponible en: https://www.elsigma.com/historia-viva/german-garcia-un-hombre-de-apetito/13541
[10] García, G., “Jacques Lacan y el estilo
tardío”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis,
Nº11, octubre de 2011, pp. 91-99.
[11] Pérez, J.F., “El estilo tardío de Lacan,
un escabel invertido”. Lacan cotidiano,
N° 542. Disponible en:
http://www.eol.org.ar/biblioteca/lacancotidiano/LC-cero-542.pdf
[12] Ídem.
[13] Frase de Miller citada por Germán García.
Op. cit., p. 92.
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