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miércoles, 13 de marzo de 2019

Un psicoanálisis que no sea una estafa, por Gabriela Urriolagoitia


Decir algo acerca de lo real evoca para mí, una enigmática cita de Lacan: "Nuestra práctica es una estafa, al menos considerada a partir del momento en que partimos de ese punto de fuga".1

¿Por qué una estafa? Esto se articula con el sintagma de la verdad mentirosa. Cuando uno dice su verdad, es un modo de subjetivar la imposibilidad que tiene de acceder a lo real por la vía del sentido. Pero al mismo tiempo que la subjetiva, testimonia la impotencia de la verdad en relación a lo real, porque lo real es ese punto de fuga del sentido.

Lacan dice: "Lo real dice la verdad pero no habla".2 Lo real no le miente al serhablante porque cuando irrumpe lo vive en su cuerpo. Tiene el estatuto de una experiencia frente a la cual las palabras no acuden a su auxilio, por eso no habla. Y al articular esta experiencia en el discurso analítico, el sujeto miente porque entra al campo del sentido. Evidencia además, que las palabras no alcanzan para reabsorber ni resolver esta irrupción. Entonces si el sentido es aquello con lo que operamos en la práctica,  el psicoanálisis es una estafa porque no toca lo real.

Frente a la estafa, Lacan propone la neutralidad del analista: "…esta subversión del sentido, esta especie de aspiración no hacia lo real sino por lo real".3 Un deseo del analista de reducir al Otro a su real y de liberarlo del sentido.

Así la apuesta de Miller para el psicoanálisis del siglo XXI es la de desbaratar la defensa contra lo real.4 Es el reto de acompañar a cada sujeto a pasar del desacomodo que lo habita, a lograr un arreglo que inscriba algo de lo posible en su modo de transitar la vida. Una apuesta que nos convoca a trabajar por una práctica analítica que sea  algo más que una estafa.


 NOTAS

1. Lacan, J Seminario 24, "L'insu que sait de l'une-bévue s'aile à mourre", clase del 26 de febrero de 1977, inédito.
2. Idem, clase del 15 de febrero de 1977.
3. Idem, clase del 26 de febrero de 1977.
4. Miller, J.-A., "Presentación del tema del IX° Congreso de la AMP", www.congresamp2014.com/es/


(Publicado en: AMPBlog: UnReal - Boletín Nº 8)

lunes, 4 de marzo de 2019

El nuevo flogisto, por Hebe Tizio




La actualidad del campo educativo se caracteriza por la pérdida de la función educativa. Cuando lo específico que sostiene un campo se traspapela, el fundamento se busca en otro discurso. Hoy la educación busca en el discurso científico su orientación y es allí donde se desorienta más.

El paradigma de las neurociencias se ofrece como solución y el cerebro se ha convertido en el nuevo flogisto. La causa de “todo” sería el cerebro, la supuesta máquina cognitiva, pero también la gestora de los comportamientos. El buen cerebro que no tendría límites en lo que podría desarrollar…

Esta perspectiva borra la dimensión subjetiva y busca homogeneizar los goces, pero justamente por eso su teoría cerebral carece de aplicación.

Desde el psicoanálisis sabemos que el niño necesita aprender para que su psiquismo se anude. La educación es una oferta de la que el sujeto se sirve para construir algo; de ahí que todo aprendizaje sea sintomático. Es decir, es un instrumento del que se sirve para tratar el goce de manera singular.

La función educativa intentaba ayudar al sujeto a articular su particularidad en lo social por la vía sintomática, sin intentar reducir su estilo de vida a un estándar.

Era una función “civilizadora”, pues trataba lo pulsional por la vía del interés y la promesa de futuro, y para ello se ayudaba de los límites necesarios. El psicoanálisis ubica la existencia de un real fuera de sentido, el lado goce del inconsciente, que no se puede erradicar, pero si tratar con el consentimiento del sujeto.

Por eso es importante hacer la diferencia entre la regulación parcial del goce por esa vía y el odio al goce, que apunta a la represión directa bajo el imperativo de un ideal homogenizador.

Para la educación la cuestión es si se logra el consentimiento del sujeto o si se trata de la aburrida imposición de protocolos de control.

No hay educación si no hay algo exterior al campo de los aprendizajes que sostiene la empresa. Un sujeto interesado que aprende bajo transferencia es el testimonio de la incidencia del inconsciente, es decir, usa a su manera el instrumento que se le ofrece para regular el goce.

Los neuroeducadores que han borrado al sujeto se hallan ante una dificultad, porque necesitan la motivación, la curiosidad, amor de transferencia. No pueden entablar relación directa con el cerebro. Por eso lo que les queda es transformarse en “entrenadores” que deben adiestrar las supuestas funciones cerebrales para una mejor domesticación.

Este rechazo al inconsciente es fruto de la pasión de dominio del educador y condena al sujeto a lo peor, ya que genera con demasiada frecuencia transferencia negativa, rechazo.



sábado, 26 de enero de 2019

La supermáquina que decía palabras sucias, por Ángel Sanabria


“IBM Watson bebe de la fama alcanzada por esta marca después de que el ordenador ganara un concurso de televisión llamado 'Jeopardy!'”
En enero de 2013 se difundió en las redes una peculiar noticia: la supercomputadora “Watson” de IBM,  considerada la “más inteligente del mundo” por su capacidad de responder preguntas en forma “conversacional” y famosa por haber triunfado frente a dos expertos competidores humanos en el programa de concursos Jeopardy (conocido por sus “conchas de mango” en la formulación de las trivias), había tenido que ser reajustada por su uso inapropiado del lenguaje soez.  “Algo así como lavarle la boca con jabón”, ironizaba un comentador.

La forma más simple de comprobar si una computadora “piensa” es verificar si puede entablar una conversación natural con un ser humano. Es lo que se conoce como el “test de Türing”, y ha sido un reto permanente para diseñadores de computadoras y especialistas en inteligencia artificial. Con esta preocupación en mente, el investigador de IBM Eric Brown, intentó alimentar a “Watson” con el Urban Dictionary –un popular website con un diccionario de expresiones urbanas y en slang, desde las más inocentes hasta las más subidas de tono en un intento por hacer más “humana” la comunicación del supercomputador e incrementar su dominio de las sutilezas del habla común.

El problema, como lo comenta el portal Sciennode.org,  es que “Watson” “era totalmente incapaz de juzgar cuando era o no apropiado usar la plétora de slang sexual y de palabras obscenas que había recogido del sitio web” (Purcell, 2013). Así pues, los científicos de IBM tuvieron que borrar de “Watson” el Urban Dictionary y además colocarle un filtro contra obscenidades.

Esta jocosa anécdota nos lleva a recordar lo que ya decía Lacan en 1973, en el Seminario Aún: “Asumo que la computadora piense ¿pero se puede decir que sabe?”. A lo que agregaba la siguiente precisión: “el saber vale lo que cuesta, es costoso porque uno tiene que arriesgar el pellejo [para aprenderlo]; porque resulta difícil, ¿qué? –menos adquirirlo que gozarlo.” (Lacan, 1981, pág. 117).

Eso es lo que hace que la súper inteligente computadora “Watson” pueda pensar, pero no saber. No le cuesta nada acopiar la enorme y compleja información del Urban Dictionary entero, pero por más filtros que le coloquen, es incapaz de saber por qué bullshit es una mala palabra o entender qué significa ser una “mala palabra”. Simplemente porque "Watson" no tiene ningún pellejo que arriesgar en su “aprendizaje”.

La verdad, nosotros mismos no estamos seguros de entender bien por qué ciertas palabras son "malas palabras" y otras no, más allá de saber usarlas. Arbitrarias, subjetivas y convencionales, prohibidas en general pero toleradas e incluso disfrutadas en condiciones apropiadas, sólo sabemos que las palabras obscenas están siempre más o menos cargadas de contenido sexual o escatológico –están siempre ligadas al morbo del cuerpo.

En el diccionario personal de palabras-clave (“Setenta y siete palabras”) que Milan Kundera incluye en El arte la novela, encontramos lo siguiente:

“OBSCENIDAD.  En un idioma extranjero, se utilizan las palabras obscenas, pero no se las siente como tales. Una palabra obscena, pronunciada con acento, resulta cómica. Dificultad de ser obsceno con una mujer extranjera. Obscenidad: la más profunda raíz que  nos liga a nuestra patria.” (Kundera, 1994, pág. 161).

No nos extrañaría, pues, que una persona como Temple Grandin, que asegura que su pensamiento es similar al de una computadora por la total separación que ella hace entre intelecto y afecto, únicamente usara obscenidades en casos extremos –es sólo una suposición con fines didácticos, a modo de ejemplo o tal vez que las usara como si de palabras extranjeras se tratase. En esta separación entre intelecto y emociones que caracteriza al autismo, de lo que estamos hablando es de la carencia del significante amo, en la línea de los Lefort y Maleval, i.e., de la desconexión entre Sy objeto “a”, es decir, entre lenguaje y cuerpo.

En cambio, en la psicosis no nos queda duda de que el sujeto conoce plenamente el espesor de las palabras obscenas, especialmente cuando éstas se le imponen en la alucinación verbal como voces injuriosas e insultantes, como la voz “obscena y feroz” del superyó que retorna en lo real.

¿A qué nos conduce todo esto? En primer lugar a interrogar el hecho de que las palabras resuenen de tal modo en el cuerpo, y al hecho de que la adquisición del lenguaje –y más que su adquisición, su ejercicio tenga para el sujeto un costo que debe pagar como se dice “en carne propia”. Esta “libra de carne” que el sujeto debe pagar es justamente el objeto de la pulsión, aquello que anima el circuito de las pulsiones. La cita de Lacan en el Seminario 23, El sinthome, es aquí casi obligatoria:

 “Las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir. Para que resuene ese decir, para que consuene (…) es preciso que el cuerpo sea sensible a ello. De hecho lo es. Es que el cuerpo tiene algunos orificios, entre los cuales el más importante es la oreja, porque no puede taponarse, clausurarse, cerrarse. Por esa vía responde en el cuerpo lo que he llamado la voz.” (Lacan, 2008, pág. 18).



REFERENCIAS

Kundera, Milan. (1994). El arte la novela. Barcelona: Tusquets.

Lacan, Jacques. (1981). El seminario de Jacques Lacan. Libro 20: “Aun”, 1972-1973. Caracas: Ateneo de Caracas/Paidós.

Lacan, Jacques. (2008). El seminario de Jacques Lacan. Libro 23: “El sinthome”, 1975-1976. Buenos Aires: Paidós.

Purcell, Andrew. (2013). “Supercomputer has swear filter addedafter learning the Urban Dictionary”, Sciennode.org,enero 23, 2013

Sexualidad y diferencia de género. Por Miquel Bassols

  “Sexualidad y diferencia de género”. Miquel Bassols en ELP TV  https://www.youtube.com/watch?v=Q2Y3h8_pckM - 26 may 2022- No hay duda de ...