Cuando Lacan
procede a desregular los términos de la formación analítica, a liberarlos del
corsé “administrativo” al que estaba sometida en las Sociedades de la IPA,
lanza un reto al deseo de formación de los analistas. Y con ello pone a la vez
a cielo abierto las paradojas y escollos de la transmisión de la experiencia
analítica y de la verificación de lo que en ella opera.
Decir que el
analista sólo se autoriza de sí mismo deja librado al practicante a la
responsabilidad de su propio acto –no sin los otros claro está, no sin la
Escuela, pero ya sin la coartada de una obligatoriedad que pondría el peso de
garantía en el Otro de la reglamentación: si es el Otro el que me lo demanda,
es el Otro quien lo garantiza.
Quedan así
al descubierto los impases a los que está expuesta, para cada quien, la
práctica a la cual se autoriza y el acto al que se apuesta en la soledad del
consultorio. Es una forma de des-amparo que conduce justamente
a que el control sea, como señala Miller en el texto de referencia que se nos
ha dado, [1] un control deseado, con todas las paradojas que
conlleva el querer (o no) lo que se desea. No es precisamente un lecho de
rosas. Porque ocurre que nos defendemos de lo deseamos, es la pendiente
“natural”, por así decir, del serhablante.
Buscamos
entonces amparo en la presunción (en el pensa-miento) de que
existiría en alguna parte un saber transparente y asegurado sobre el caso en
supervisión, un saber super-evidente cuya posesión haría del
controlador un super-vidente: el fantasma del supervisor como “el
único en poder escuchar la dimensión en juego en la supervisión […] el fantasma
de un saber del que algún sujeto pudiera ser el amo”. [2] Da igual que se lo
atribuyamos al controlador, al que acudimos en busca de la clari-videncia que
nos falta sobre el caso, o que pretendamos suplirla nosotros mismos –por
ejemplo, con el recurso al automatismo de la teoría.
Así
entendemos el cuestionamiento que hace Lacan de “la falsa evidencia de la
supervisión” (cuestionamiento que es en el fondo un llamado a despertar del
sueño de un principio de realidad que dirigiría la cura) para destacar en su
lugar esa “dimensión original del decir en la supervisión”, en tanto que en
ella se hace resonar el decir de un analizante más los
efectos que producen en el analista practicante, ante otro analista en posición
de tercero. [3] No es una resonancia del orden del sentido –de subjetividad a
subjetividad–, sino la de una caja de resonancia, cuando no la del rebote sobre
una pared –“hablo a las paredes”, decía Lacan–, la del eco de lo traumático,
presente ya como urgencia desde el motivo mismo de consulta (nadie da ese paso
sino es urgido por el apremio de un real). Incluso en lo virtual, en el
que no están ausentes los efectos de resonancia sobre el cuerpo.
(Dicho sea
de paso, a partir de aquí, el elemento de la terceridad atraviesa
todo lo que podemos plantearnos como la función radical de la extimidad
en la Escuela como Escuela del pase en todas sus instancias
–pienso en este momento en la debatida cuestión de las Comunidad País en los
Estatutos de la NEL, por ejemplo).
Dejarse
enseñar por la experiencia –la del inconsciente– es también dejarse enseñar por
los fracasos. La práctica del supervisor –que, a gusto de Lacan, debería ser
más bien un superescuchante– implica pues un acompañamiento del
recorrido del sujeto practicante dentro de un cierto equilibrio “entre el
control inhibitorio y el control permisivo”, como dice Miller en el texto
citado. La exigencia de control es entonces una exigencia ética, antes que una
cuestión “técnica” o de conformidad a las reglas, que pone en juego la
imposibilidad fundamental de transmisión del psicoanálisis
–“tal como lo pienso actualmente, el psicoanálisis es intransmisible […] es
bastante molesto que cada psicoanalista se vea obligado a reinventar el
psicoanálisis”. [4] Se trata pues de reinventar el psicoanálisis de cara al
propio “caso”, de cara a las circunstancias de una actualidad atravesada por la
pandemia y de cara también al deseo de Escuela.
NOTAS
1. Miller, J.-A., “Trois points sur le contrôle”,
[artículo en Blog]. L´Hebdo-Blog, N° 159. Disponible en: https://www.hebdo-blog.fr/trois-points-controle/
2. Laurent, E., “El buen uso de la
supervisión”. Virtualia - Revista Digital de la EOL, Año II, N° 5,
mayo de 2002. Disponible en: http://www.revistavirtualia.com/articulos/710/la-formacion-del-analista/el-buen-uso-de-la-supervision
3. Lacan, J., “El síntoma” (Conferencias y charlas
en universidades norteamericanas - 1º de Diciembre de 1975). [Documento en
línea]. Disponible en: http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2010/09/jacques-lacan-conferencias-y-charlas-en.html.
Texto original en francés en Pas-tout Lacan, página web de la Ecole lacanienne
de psychanalyse: “Le Symptome” (Conférences et entretiens dans des universités
nord-américaines). Disponible en: http://ecole-lacanienne.net/wp-content/uploads/2016/04/1975-12-01.pdf
4. Lacan, J., "Conclusiones del IX Congreso de
la EFP, 6-9 de julio de 1978). [Documento en línea]. Disponible en: http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2008/12/jacques-lacan-conclusiones-del-ix.html